7 de marzo de 2008

RECUPERACIÓN V/S TRANSICIÓN


Cuando el ex presidente Ricardo Lagos promulgó la reforma constitucional de julio de 2005, señaló “Ahora podemos decir que la transición en Chile ha concluido", antes de analizar sus dichos, quiero especificar el significado de dos palabras cables, la primera es “recuperación” que significa “Volver a tomar o adquirir lo que antes se tenía”, y “transición” que es “la acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar, a otro muy distinto del anterior”.

En Chile, siempre hemos tenido problemas en decir como suceden o son las cosas, estamos acostumbrados a hablar, pensar, opinar o dar alguna idea, basándonos más en el “como debe ser” que en el “como realmente es”, somos expertos en maquillar las situaciones para no afectar susceptibilidades, somos los reyes de lo “políticamente correcto”, tenemos un magíster en condescendencia y un doctorado en acuerdos políticos, sólo con el propósito de mostrar que en chile “las instituciones funcionan” y que somos un ejemplo de desarrollo democrático, pero, no nos equivoquemos, Chile no se desarrollará democráticamente como Estado, si seguimos utilizando como base para la convivencia social y el desarrollo de ésta, la herencia constitucional, legal, social y económica de un gobierno de facto, dictatorial y antidemocrático como lo fue el gobierno militar.

Un manzano no puede dar como fruto “peras”, aunque hagas lo imposible genéticamente para que ello suceda. Es verdad que hemos recuperado las manifestaciones internas y externas de una democracia (elecciones, libertad de expresión, etc.) pero muy diferente es una “transición”, que es la capacidad de generar algo muy distinto a lo que por 17 años estuvimos acostumbrados, es más, los últimos gobiernos se han encargado de validar la estructura estatal iniciada en el gobierno militar a través de: la administración y profundización de un sistema económico desigual, las reformas a la constitución de 1980, aun siendo que el plebiscito que aprobó dicha carta, fue impugnado por los mismos que ahora le hacen ajustes, el desamparo de sectores sociales y étnicos, la escasa participación ciudadana en decisiones importantes para el país, entre otros.

La transición a la democracia es un tema pendiente, para algunos ésta no termina hasta que se haga justicia, para otros hasta que se hayan asumido las responsabilidades de ambos sectores y algunos simplemente señalan que aún vivimos bajo el gobierno militar, y que sólo “la mona se vistió de seda”.

Nuestra responsabilidad como sociedad civil es la profundización democrática de nuestro país, es pensar como sociedad, basándonos en lo que realmente sucede, con intenciones concretas de generar cambios en beneficio de los sectores sociales más vulnerables (entre ellos la clase media), es hacer responsables políticamente a nuestros representantes electos cuando no cumplen con su servicio publico, es generar redes sociales y ciudadanas, es posibilitar la instancia para una asamblea constituyente que genere una nueva constitución, democrática, participativa y representativa de nosotros el pueblo, etc. Lo anterior es transversal a todo partido político o pensamiento, somos nosotros, los que conformamos y vivimos en esta nación, los encargados de generar una real transición democrática en beneficio de la sociedad a la que pertenecemos.

Hector Luengo Rodriguez

Tecnico administrativo

Licencia en teologia

Profesor (P) de Historia

Universidad de Concepcion

Por la razón o por la fuerza

Es el lema que abunda dentro de pequeños y medianos empresarios del Gran Concepción, quienes están siendo afectados por un decreto comunal que probablemente disminuirá la actividad que, hasta entonces, era uno de los más rentables, me refiero al negocio de los míticos “cafés con piernas”. Hace pocos días la alcaldesa de Concepción, Jacqueline Van Rysselberghe, anuncio un decreto municipal que regirá a estos locales, destacando medidas como las de no usar vidrios polarizados y la poca ropa en las mujeres que trabajan en dichos lugares. Sin lugar a dudas las controversias no se hicieron esperar, y las opiniones tampoco. Por un lado vemos como la alcaldesa lanza una medida que va dirigida a preservar la moral, asegurar la transparencia de estos locales y la seguridad pública y, de una u otra forma, hacer que estos negocios sean no rentable y así fomentar que poco a poco los locales desaparezcan. Los locatarios claramente se escudan diciendo que estas medidas bajarán las ventas y que se está atacando al pequeño y mediano empresario que se gana la vida con un negocio legal, a pesar de las diferencias moralistas de muchos. Con este tipo de medidas la alcaldesa viola uno de los principios fundamentales del ciudadano, la libertad y el respeto. En las personas cae la decisión de frecuentar o no estos lugares, y de ser así, no sería un pecado divino, como ya decíamos, va en cada quien el qué hacer. Por otra parte vemos cómo la Iglesia, la religión y la moral se interponen en decisiones políticas, decisiones que por ética, deberían contemplar en primer lugar, el bienestar de ambas partes, las que están a favor y las están en contra. Han pasado ya 18 años desde que hablamos de democracia, pero nos damos cuenta de que en muchos rincones del país aún existen personas, organismos o comisiones que se rigen por el tan criticado “por la razón o por la fuerza”, lema nacional que no nos recuerda precisamente nuestra independencia, y que sólo nos hace pensar, ¿de qué clase de democracia hablan algunos sectores políticos?.

Matias Godoy Mercado
Estudiante de Ing. Comercial
Universidad del DEsarrollo